El letrero sigue allí. Nos recuerda el año de su nacimiento. El espacio está en terapia intensiva… la muerte le acecha. En dónde se mezclaban los sonidos de cuchillos y tenedores con el murmullo de los comensales, hoy sólo queda silencio, estruendoso, desgarrador. Un silencio que nos recuerda a Caracas, la que fue y a la que siempre le ha costado preservar sus espacios de referencia. Allí, en el Condor Bleu, comieron presidentes; políticos discutieron el futuro; se gritaron goles y jonrones; se planificaron fechorías; la leyenda cuenta que pasó Cerati; se grabaron novelas y comerciales; y se escuchó música siempre novedosa y de nivel. Allí está el viejo piano, esperando afinación, mientras anhela recibir de nuevo a los visitantes para demostrarle que no por viejo está inservible. Hoy hay silencio, sí, pero quizás mañana todo sea distinto. |
ser caraqueño
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cuarta edición finalistas