Bien, Caracas es una ciudad cosmopolita, y dentro de lo que eso implica, hay una gran identidad popular que refleja su pertenencia a un background mucho más complejo. Estar centrado, todo a disponibilidad en caso de emergencias, apreciar el paisaje urbano, del concreto, los medios de transporte. Su evolución como urbe y la emoción que eso implica, el caraqueño; por lo general, es equilibrado, mesurado, algo distante, incluso a veces analítico. Las emociones en el caraqueño, no siempre están a flor de piel, lo que no quiere decir que no posea un comportamiento sensible, intuitivo del medio ambiente que lo circunda. Desde el centro se va al Ávila, a la playa, al Junquito, al Hatillo, a San Antonio de los Altos, a Higuerote. Antes la zona de El Silencio era de gente muy acomodada y de allí, parte más o menos toda esa identidad desde 1950, la ciudad joven; pero su historia se remonta mucho tiempo antes con las Haciendas de El Libertador, la Provincia de Caracas, la Compañía Güipuzcoana y los Welsers, las familias nobiliarias. Sí, el centro es como un chakra corazón, como el sonido de la urbe en La Candelaria, con sus ladrillos anaranjados, como el sabor de las fresas en El Hatillo o las cachapas en leña también de allí. Sí, hay algo más allá de la apariencia de una ciudad cosmopolita con sus castings, su emprendedurismo, sus teatros e iglesias, su Panteón. Caracas es una emoción.
sonidos de la ciudad
ser caraqueño
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