Nos reunimos un grupo de amigos tras meses de ausencia. La lluvia, inesperada, transformó nuestra salida en un momento mágico. Un charco, una figura solitaria en un banco, gotas danzando y rayos de sol filtrándose entre las hojas… La naturaleza y nosotros, en perfecta armonía. Un recordatorio de que, aún en los cambios más bruscos, siempre hay belleza por descubrir, solo hay que saber mirar.