Caracas ha sido el inesperado destino para seguir el curso de mi carrera profesional. Como valenciana, y desde que tengo memoria, el Ávila (y la imponente Sierra de la Costa) es la estampa por excelencia de la cotidianidad caraqueña, y el motivo principal de mi nostalgia cuando me he encontrado lejos de la que ahora considero mi hogar.
Sin embargo, y para mi sorpresa después de algunos años, he descubierto que inclusive en mi Valencia natal se pueden recorrer rutas aún más extensas que nuestro modesto cerro Casupo, y que puedan traer genuinamente de vuelta ese impresionante sentimiento que transmite la inmensidad de la urbe capitalina, vista desde su sultana.
Con ello, ratifico que Caracas -y ser parte de ella- es un perpetuo paradigma para el alma, capaz de trascender y erigirse en cualquier geografía.
Fotografía tomada en el pico Las Ninfas – Valencia (Carabobo).
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