El Ávila, para mí, representa el mayor símbolo de nuestra ciudad. Su magnificencia puede ser apreciada desde cualquier lugar o ventana, desde cualquier rincón desconocido y nos demuestra que a pesar de todas las dificultades podemos permanecer allí, resilientes y en calma.
Me conecto con Caracas desde sus momentos silentes, a pesar de ser una urbe repleta de maravillosos sonidos siempre encuentro un espacio de calma y qué mejor lugar que en las venas del Ávila. La música de los árboles alabando al cielo, nos invita a la reflexión para luego darle paso a una gran sinfonía de sentimientos. Es por eso que lo considero una obertura del alma.
ser caraqueño
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cuarta edición finalistas