Hablar de Caracas es saber que en cada esquina te encontrarás una moto. Esas que pasan muy cerca de tu retrovisor; esas en andar de primeras al ponerse la luz en verde; esas que ahora hacen lo posible por llevar el delivery a tiempo, o incluso, esas tan arriesgadas que protagonizan caballitos.
Ser caraqueños es haber aprendido a vivir con todos los sentimientos que generan escuchar una moto cerca y entender que no siempre son sinónimo de peligro.
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