Un día, estaba recorriendo el centro y me encontré con este maravilloso malabarista. Justo traía mi cámara así que decidí preguntarle si podía fotografiarlo, a lo que respondió: «¡Claro!» Con mucha carisma y una sonrisa, me contagió su emoción y su energía. Sin duda, son grandes momentos que te encuentras en la urbe que te pueden cambiar el día.
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