Caracas es como un autobús abarrotado en hora pico, donde todos intentan encontrar un espacio. Unos se aferran a las barras, otros van de pie, y algunos, los más afortunados, logran un asiento. A pesar del tumulto, el autobús sigue su camino, sorteando baches y esquivando obstáculos. Así es la vida en la capital venezolana: un constante equilibrio entre el caos y la búsqueda de un lugar propio.