Me parece fascinante la capacidad del venezolano para poner buena cara al mal tiempo y quise capturar una muestra de ello en su capital, Caracas, y en un espacio tan rico en historia y cultura: el centro. Desde hace más de 30 años, la Plaza El Venezolano, ha servido de escenario para que adultos mayores -acompañados de personas de cualquier edad que deciden sumarse- se muevan al ritmo de la salsa y se olviden por un rato, cada fin de semana, de los problemas que enfrentan en su día a día. Observando ese espectáculo no pude evitar preguntarme por cuanto tiempo más podrá mantenerse esta tradición, teniendo en cuenta los cambios culturales que se van presentando de forma cada vez más acelerada. ¿Habrá caraqueños de mi generación echando un pie en este mismo espacio dentro de otros 30 años? Imposible responder ahorita, pero me alegra tener la oportunidad de presenciar esta actividad mientras aún existe y, sobre todo, poder documentarla.