Cada noche de fin de semana, la plaza El Venezolano se llena de adultos mayores para mantener viva la llama de la salsa. Más que un género musical, es la manifestación de una generación que se niega a morir, tanto física como espiritualmente, es por ello que a través de la larga exposición pude capturar los espectros de las almas, que danzan con tanta fuerza y rapidez que ni con instante de vida te basta para comprender la energía interna de estos veteranos. Cada paso de baile es un estruendo que manifiesta la vida misma del caraqueño, como espíritus danzantes, que aunque no estén dejan ecos en ese rincón de la plaza.
ser caraqueño
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cuarta edición finalistas