Acompañaba a un amigo a grabar un videoclip por una barriada cercana al Hospital Vargas. Subimos y descubrimos un patio discreto, un campo de juegos secreto. Allí estaba ella, una niña en cholas sobre un monopatín rosado, usando lentes rosados con un lacito azul. Había otro niño montando bicicleta, quien asumí que era su hermano. Él no nos notó pero ella sí y justo cuando subió la mirada la capturé, descubriéndome ella a mí. Inocente y honesta, dueña de su espacio de juegos.
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