Quise captar la esencia de la imagen de un niño del barrio Santa Cruz del Este mientras volaba un papagayo.
En el corazón de Caracas donde las calles vibran con risas y colores, me consigo un niño de ojos brillantes jugando con la magia de un papagayo. Mientras el sol se asoma entre los edificios, él sostiene con firmeza la cuerda que conecta su sueño con la realidad.
Cada tirón de la cuerda es un recordatorio de que la libertad y la alegría son posibles incluso en los lugares más inesperados. Su sonrisa se mezcla con el viento, y en éste momento efímero pero eterno la infancia se convierte en una celebración de sueños y en ese instante el niño no sólo juega; él vuela!