Una tarde lluviosa en la que recorría la Ciudad Universitaria de Caracas, envuelta en la cotidianidad, me detuve a ver el piso mojado que ante mis ojos no pasó desapercibido, ya que reflejaba la figura del Pastor de Nubes, una escultura que combina el arte, la estética y la cultura. Una obra icónica, muy nuestra y Patrimonio de la Humanidad. Quien se detiene a admirarla percibe la calma que coexiste con el caos.