Iba caminando por la estación de Bellas Artes cuando, de repente, vi a un grupo de señores cantando y tocando instrumentos. Era algo bastante raro o singular, porque nadie a mi alrededor parecía darse cuenta de que estaban haciendo un performance. Aún me queda la curiosidad de saber qué tipo de grupo eran.
Se notaba que vivían intensamente cada nota y cada palabra de su canto. Fue un momento mágico en medio del caos, donde el orden se hacía presente en el desorden de la estación.