Aunque los faroles no funcionan de noche, ellos han sabido improvisar su propia luz. Todas las tardes, en el bulevar Panteón, se reúnen viejos amigos para compartir una partida de ajedrez o dominó. La oscuridad no es impedimento para seguir jugando; al contrario, es una motivación para resolver el problema entre todos. Mientras unos juegan, el otro sostiene la luz y se van turnando. Una muestra del «equilibrio dentro del caos».
Esta servidora fue afortunada de ir pasando y ser atraída por la luz.