Quien me conoce sabe que camino viendo al cielo buscando sorpresas en las alturas. A lo lejos comienzo a escuchar el sonido de una trompeta que me hace aterrizar y me encuentro con «el maestro de la trompeta» Antonio Luque, no pude evitar fotografiarlo lo más rápido que pude, por alguna razón sentía que debía hacerlo así o no sería. Y ahí quedó, una imagen, un arte, un señor que ama lo que hace, un espacio de vida y paz dentro del caos de la ciudad… Un regalo dentro de la inclemente, salvaje y amable Caracas.