No lejos de la cuadra de Bolívar, en letras de bronce sobre el muro de mármol de la esquina de San Jacinto, brilla la frase que le fuera atribuida al Libertador en 1812. Tras el terremoto de Caracas, desafió a la naturaleza y la célebre manifestación aún impresiona a los transeúntes que descubren la belleza del centro de la capital.
sonidos de la ciudad
ser caraqueño
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