Un día soleado de enero cuando trotaba por el acceso al Parque Simón Bolívar, me detuve a observar como un muro de concreto prefabricado en pocos años ha llegado a ser el hábitat de tantas especies que no necesitan del hombre para desarrollarse, crecer y generar vida. Aves, mariposas, abejas, avispas, grillos, mariquitas entre otros, danzaban de un lado al otro a través de este Muro Vegetal.
La “Maravilla de la Vegetación Espontánea” que hoy día encontramos en el Valle de Caracas, nos permite entender que aún hay pequeños y grandes espacios abiertos que son ocupados por la naturaleza, mostrándonos su capacidad de resiliencia y haciéndonos comprender que una riqueza de Biodiversidad es posible dentro de esta ciudad que a veces puede parecernos caótica.
Esta captura reafirma mi certeza de que una ciudad más verde y sostenible es posible.