En el año 1658, se desató en El Tartagal una epidemia desconocida que azotó a toda Caracas. Murió tanta gente que las campanas de los templos dejaron de sonar porque no había quien las tocara. El Cabildo envió una comisión a El Tartagal, y esa comisión escribió en un acta lo que presenció: ‘Sólo se advierte silencio, un profundo silencio’. Y desde entonces el lugar se llamó así: “El Silencio”.
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