Al cerrar nuestros ojos nuestra percepción auditiva se agudiza, lo mismo ocurre en la oscuridad. Aves nocturnas y tráfico son los sonidos que escuchamos en la isla del distribuidor Altamira, lugar donde el peatón en la ciudad no tiene acceso. Parte del encanto de ser caraqueño es descubrir las vistas y sonidos de lugares poco accesibles de nuestra metropolis.
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