Esta imagen fue capturada desde el vibrante barrio de San Agustín, un lugar lleno de color y magia, donde la vida se abre paso con ritmo propio. Al fondo, entre los huecos de una malla metálica que simboliza las barreras y dificultades, emerge una de las icónicas torres de Parque Central, testigo de la historia de una ciudad que no se rinde.
Para mí, esta foto representa a muchos venezolanos que, a pesar del caos y las dificultades, seguimos de pie. Aunque el presente nos encierre tras sombras de incertidumbre, aún encontramos formas de ver más allá, de soñar, de resistir. Porque Venezuela no es solo su crisis, es su gente, su esencia y su inquebrantable esperanza.