Incluso adentro de una camionetica caliente y ruidosa es posible encontrar belleza en los reflejos del sol, disfrutar el sabor de un helado o distraerse como espectador de las historias de la avenida. Parte de ser caraqueño es vivir en medio del caos y son estas pequeñas cosas las que nos ayudan a hacer las paces con él.