Ser caraqueño es poder admirar desde donde estés a nuestro más maravilloso guardián “El Avila”. Es ser natural, divertido, es poder disfrutarte un mango en cada esquina y estar rodeado de los más maravillosos colores, entre el cielo azul Caracas, el majestuoso verde que nos rodea y los techos rojos de nuestras agridulces calles.
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