En un mundo donde la urbanización a menudo prioriza la funcionalidad sobre la humanidad, esta imagen nos recuerda que las ciudades sostenibles no son solo aquellas que minimizan su impacto ambiental, sino aquellas que promueven el bienestar de sus habitantes. Estos dos bailarines, con su vitalidad y conexión, simbolizan la necesidad de repensar nuestras plazas y parques como espacios vivos, esenciales para la calidad de vida en las urbes del siglo XXI.