Cuando somos niños solemos sentir esa sensación de estar maravillados por aquellos lugares que son novedosos para nosotros. Esa sensación mágica como de película de Disney. Alegría (la niña retratada en la montaña) estaba asombrada por el lugar que habíamos descubierto. Vivimos muy cerca de allí y no sabíamos que existía un lugar tan bonito como ese. Alegría y yo, cada día, nos impresiona la ciudad de Caracas, es tan pequeña y surrealista, al punto de parecer una ciudad encantada. Cada vez que descubrimos nuevos lugares donde divertirnos y alejarnos un poco del bullicio de la ciudad, nos impresiona el contraste que habita en ella, en su sutileza y majestuoso entorno natural y el harakiri de una ciudad llena de furia. Amamos Caracas, la ciudad sorpresiva.
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