Fresia se levanta muy temprano a caminar por el Parque del Este. Lleva unos bastones deportivos que potencian el ejercicio cardiovascular. Va sola, pero realmente nunca lo está, como yo que le pedí la foto, porque siempre tiene una sonrisa en flor, una dulzura y felicidad que contagia.
Fresia, en realidad es chilena y acogió este país donde nacieron sus hijos y también se hicieron deportistas. Pero Caracas es una ciudad de crisoles, porque recibimos con amor a los inmigrantes, y ella nos retribuye con su simpatía la dicha de disfrutar de la ciudad como una caraqueña por costumbre. Siempre hay alguien que se detiene a saludarla, o a caminar a su lado, porque su energía es contagiosa. Así somos los caraqueños, sonrientes y amigables. Ella nos ve y proyecta la alegría en retribución.
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